Durante mucho tiempo, la masturbación se consideró como perversa, e incluso una
enfermedad mental primordialmente por causas religiosas.
Sin embargo, la medicina de aquel entonces también la condenaba y veía en esta
práctica evidencias de enfermedad tanto física como mental, de locura, y no sólo
la censuraban, sino que además la contraindicaban.
La masturbación se define como expresión y práctica de la sexualidad en la que
se obtiene placer mediante las caricias y estimulación del propio cuerpo y con
la cual es posible llegar al orgasmo.
De hecho, muchas personas sólo pueden alcanzar el máximo momento de placer mediante
este método, debido a complicaciones de su propia intimidad, ya sean físicas o
psicológicas, pero en estos casos, tampoco puede entenderse como una enfermedad o
un comportamiento negativo y anormal.
Hoy, diversos estudios médicos y psicológicos han demostrado que la masturbación
no tiene nada de malo, ni nada de raro, e incluso en muchos casos la recomiendan
como un deshinibidor y una forma de autoconocimiento.
La masturbación en sí no implica ningún acto indecoroso o ilegal, pero si la
persona que la realiza se siente sucia o denigrada sería mejor que no la ponga
en práctica, para no causarse angustia sin razón.
A pesar de los prejuicios y la desinformación que ha existido sobre este tema es
una forma de experimentar la sexualidad muy común y bastante generalizada. Según
las estadísticas, al menos un 90% de los seres humanos se masturban en algún
momento de su vida.
Por otra parte, antiguamente, la masturbación tenía un valor muy positivo, y
esto se muestra en la mitología. Así encontramos en la gran civilización de los
egipcios la creencia de que el universo había sido creado por su dios Rha a partir
de los ríos de semen que salieron de su pene cuando se masturbaba. También había
culturas donde el semen era otorgado a los dioses como ofrenda, después de masturbarse.
Desgraciadamente, en la Edad Media cuando el Imperio Romano adoptó el judeocristianismo
no sólo como religión, sino como norma ética, estableció también la negación de la
sexualidad como una manera de alcanzar la pureza y estar más cerca de Dios. Por esto
se obviaron las partes de gran contenido erótico de la Biblia, como el Cantar de los
Cantares, así como todo el imaginario (de origen griego, romano, hindú) que permitía
actitudes sensuales, al menos en los hombres -recordemos que la sexualidad femenina
siempre ha sido un tabú en las sociedades occidentales-.
Junto con esta transformación de pensamiento y de cosmovisión, el mundo empezó a
gestar todos los tabúes sexuales que hoy todavía imperan en nuestro inconciente,
entre ellos la creencia de que la masturbación es negativa y pecado. De ahí que
incluso se inventaran aparatos de tortura para aquellos que se masturbaban.
En el siglo XX, se dio el fenómeno conocido como la liberación sexual y los
prejuicios han ido desapareciendo poco a poco. Debido a esto, se ha redescubierto
la sanidad de las prácticas sexuales, entre ellas la masturbación, la cual a veces
hasta la recomiendan los sexólogos para lidiar con problemas de sexo.
Otra creencia muy difundida es que esta práctica es sólo para los jóvenes que
están en la pubertad, lo cual no tiene nada de verdad. Todos los seres humanos
en diversas etapas sentimos la necesidad de masturbarnos, independiente de la edad
o género. Además se dice que el que se masturba se envicia, y esto tampoco es cierto.
La masturbación es tan controlable como la unión sexual de dos personas, y no es
un vicio, aunque así lo hayamos escuchado, y no debería ser moralmente reprochable
ya que no causa daño alguno, ni adicción, ni indica enfermedad.
Masturbarse es no sólo una gran ayuda para salir de ciertas afecciones sexuales
sino que además influye en la autoestima, en la imagen que tenemos de nosostros
mismos, e incluso en la relación de pareja, pues mediante la masturbación descubrimos
zonas erógenas de nuestro cuerpo, por lo que sabemos con mayor claridad lo que nos
gusta y podemos transmitirselo a nuestro compañero.
La mujer tiene muchas posibilidades de masturbación, desde la manual hasta la
que se hace con juguetes diseñados para eso y aquí la imaginación juega un papel
muy importante. Pero tampoco estás obligada a masturbarte, lo más importante es
como tú te sientas, por eso tú eres la que decides.
Lo perjudicial o benefactor de un comportamiento sexual depende únicamente de
los efectos que tenga en aquél que lo realiza, siempre y cuando no implique un
perjuicio para otros. En el tema del sexo hay tantas opiniones y gustos como
cabezas, y nosotros no somos los llamados a juzgarlos. No se puede pretender
que todos nos comportemos igual en la sexualidad.
POR AQUI LES DEJO ESTA INFORMACION ACOMPAÑADA DE ESTAS FOTOS QUE ME TOME AYER...
BESOS VALENTINA.