Queridos y queridas, qué gran momento el de la ducha matinal ¿verdad? Hoy me he levantado y, como acostumbro a hacer todos los días, he tomado una maravillosa ducha, una lluvia purificadora que me ha despojado de todas las impurezas acumuladas en mis escasas, pero amenas, horas de sueño. Y justo ha sido entonces cuando he recordado uno de mis momentos mamarios favoritos, un momento que quiero compartir con todos vosotros, y sobre todo con vosotras, un instante mágico al que denomino: El tren de lavado. Hace mucho tiempo vi una película de esas que llaman para adultos, nada, mera curiosidad científica, y me di de bruces con una imagen que me trastornó. Un tipo llevaba su vehículo a lavar a una gasolinera, y lejos de encontrarse con ese armatoste compuesto por rodillos y que escupe jabonosos chorros de agua, se encontró con dos voluptuosas señoritas que le aguardaban sonrientes. Al llegar el coche a la altura de las muchachas, éstas se abalanzaron sobre él utilizando su cuerpo como bayeta. Sus escuetas camisetas se mojaron al instante, dejando adivinar las formas de sus tetas y el tamaño de las areolas de sus pezones, instantes después las alegres limpiadoras se despojaron de sus minúsculas prendas, fue entonces cuando tuvo lugar la epifanía. Ahí estaba: una teta apoyada sobre el cristal del coche, un seno apretado con fuerza contra una superficie transparente, dando como resultado una imagen deformada que agigantaba aquella pechuga, proporcionándole un contorno de una redondez perfecta, aquello se iba a marcar a fuego en mi subsconciente; desde entonces soy un adicto a los trenes de lavado. Pero no nos engañemos, esta escena que acabo de relatar no te va a ocurrir nunca en la vida real, amigo, sin embargo, puedes emular el efecto tren de lavado con tu chica, para ello sólo necesitas una mampara de ducha; ay, la ducha, qué momento...
Sí, basta un poco de inspiración y de imaginación para vivir un momento mágico como éste. Las tetas pegadas con fuerza en el cristal de la mampara, logrando un efecto de alto voltaje erótico. Siempre he sido un hombre de letras, pero reconozco que la óptica es capaz de hacer magia en este caso, creando una ilusión óptica que me vuelve realmente loco. Las tetas medianas parecen enormes gracias a este efecto, los pechos caídos recuperan la rigidez de antaño, la piel es tersa y sin estrías, los pezones aumentan; todo es genial. Si no se te levanta con un buen tren de lavado, amigo, tienes un verdadero problema. Me gusta también estar al otro lado y palpar el frío cristal, esa imposibilidad de tocar la carne de mi compañera me mata de placer, me pone más y más cachondo. Por supuesto, si lo vuestro son los culos, también se puede poner en práctica un tren de lavado anal, pero sinceramente creo que los resultados nunca serán tan espectaculares como los logrados con un buen apretón de tetas en el cristal. Sirvan de ejemplo estas imágenes.
Verdaderamente deliciosas ¿no os parece? Personalmente, opino que el tren de lavado es mejor que una Viagra, es infalible. De hecho, si me disculpáis, tengo que dejaros, he de ir el baño, y esta vez no es para asearme. Besos en los pezones.